Realmente no somos libres, nadie lo es y el que te diga sí, te está mintiendo. Desde que nacemos estamos atados a diferentes circunstancias, necesidades, consecuencias y condiciones que no podemos controlar, de hecho somos esclavos de estos factores, ya que estos guían nuestro comportamiento. Desde chico estás condenado a cargar con algo que no escogiste, y en cualquier momento las cosas pueden cambiar para bien o para mal, aunque parezca que tienes el control, la realidad es distinta. Tu desarrollo como persona, está guiado por estos factores que te limitan, la verdad eres el resultado de fuerzas ajenas a tu control y puedes hacer muy poco para cambiar esta situación.

La verdad es que tienes que tratar a la libertad como lo que es, una ilusión. La libertad solo existe en tu conciencia, es el único lugar donde puedes ser libre. Eres libre de decidir cómo quieres actuar en la vida, tu escoges cómo reaccionar con lo que tienes, esta es la única forma de ejercer tu libertad.

El mejor ejemplo de esto fue Victor Frankl, terriblemente el vivió uno de los experimentos más duros de la historia humana (Holocausto) y como resultado comprobó la hipótesis de la cual estoy hablando. Privado de todas sus libertades, humillado y maltratado Victor, como otros, sobrevivió, al escoger su actitud ante la horrible situación que le había tocado vivir. El cuenta en su libro El hombre en busca de sentido que las personas que morían dentro de los campos, eran las que se rendían mentalmente, las que perdían la fe en la vida, las que no se dieron cuenta que podían decidir cómo sentirse. También cuenta cómo, lograba encontrar alegría en las pequeñas e insignificantes cosas del día a día, como un rayo de sol o una melodía de otro condenado.

La vida de Frankl y de todos los supervivientes del holocausto nos enseñan que la libertad es interna, por muy mal que te este yendo, por muy mala que haya sido tu infancia, por cualquier problema o situación a la que estás atado, sin consentimiento siempre tienes la libertad de decidir cual va ser tu actitud. Al final aceptar que la única libertad que tienes está en tu conciencia es clave, para estar bien contigo y con las demás personas.